Habrá excomunión


Qué apetitoso se presentaba a los ojos de cualquiera la trilogía del momento, alabada por Vargas Llosa, comprada por millones de potenciales lectores, doblemente llevada al cine, una lectura felizmente absorbente. El estuche completo estaba expuesto encima de una de las estanterías bajas de la biblioteca, y como todos los otros libros, se encontraba a la mano de los usuarios. Ya no se estila eso de ponerlos bajo siete llaves. Además, están catalogados, llenos de sellos, con tejuelo pegado en el canto... como gritando que pertenecen a la biblioteca del instituto, es decir, que son propiedad de todos, de los que están ahora, de los que estarán en años venideros... Pocas veces unos libros tienen tantos dueños. Aun así cogió uno y se lo llevó. Otros entraban con los suyos o con los de la biblioteca tomados en préstamo, hay una circulación permanente, y a nadie se le ocurriría denunciar o levantar sospechas. Lo bueno es que lo leyó, y estaba más que interesante. Así que otro día fue a por el segundo. Seguían en el mismo sitio, cojos, incompletos, sin interés. También se lo leyó en pocos días, y también le gustó, así que al final completó la tarea y se fue con el tercero. El estuche vacío parecía una boca abierta, riéndose de todo.

 

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